Para ella, el desfile no es solo cuestión de tradición regional y de flores, el desfile se trata de la familia. Desfilar con su papá, como no lo hacía desde que tenía 8 años, fue su principal motivación. Sabía que eso lo iba a hacer feliz a él, que ir al lado de su hija lo haría sentir tan orgulloso como llevar su silleta tradicional y representar una ocupación que él mismo vivió hace muchos años, cuando no existía el transporte entre Santa Elena y Medellín y debía bajar flores y alimentos a pie hasta Medellín para venderlos.

Pero Lina y su papá no fueron los únicos miembros de la familia en participar. Willinton, hermano de Lina, armó y desfiló con una silleta monumental y su hija Susana, de 12 años, llevó una silleta monumental en categoría infantil, asegurando así la continuidad de la tradición familiar. Damián y Martha, los otros hermanos de Lina, se trasnocharon con ellos para armar las silletas, mientras la mamá se encargó de toda la logística: la comida, las entradas al desfile, tener la ropa limpia y preparada.

El día del desfile, Lina dice que, aunque no fue como en años anteriores, a los silleteros la gente los trató muy bien, los respetaron y animaron, y eso hizo que valiera la pena cargar con el peso de la silleta, para lo que se preparó llevando un bulto de maíz por toda la finca en la que viven los papás. Eso sí, dice Lina, “me sentí un poco tímida con el público, pero eso es por estar arrancando”, por ser la primera vez.

Con su participación, Lina y su familia mantienen vivo un año más ese espíritu silletero de su abuelo paterno y su papá, los primeros en la familia en participar en el desfile de silleteros y quienes les inculcaron el amor por las flores, y además cumplió un sueño: “ir al lado de papá cargando la silleta, que era lo que yo más quería, ese sueño se me cumplió ayer”.